Kick off
Es la primera vez que me despiden de un trabajo y como toda primera vez... duele.
Para aquellos que nunca pasaron por esto, les cuento que es una experiencia muy rara, extraña por donde se la mire. Algunos creen que es el fin del mundo, otros creen que es estar muerto en vida.
Yo creo que es el momento para pensar… y hacer todo aquello que nunca me animé o no podía hacer por falta de tiempo.
Por eso creé este espacio, un lugar para expresarme, intercambiar ideas y por sobre todas las cosas, poner un toque de humor a un momento de mierda.
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viernes, 27 de febrero de 2009
jueves, 26 de febrero de 2009
El beatle progre
martes, 24 de febrero de 2009
Carlitos, el rey del panqueque
Este espécimen al cual me refiero lleva el nombre de un postre 100% argentino: el panqueque. Sus características nada tienen que ver con las del postre, es decir, nada de dulce de leche, arrolladito o cosas por el estilo. Las similitudes con el plato que mejor cocina mi madre se basan en su preparación, el famoso “vuelta y vuelta”.
A lo largo de mi carrera profesional me he encontrado con muchísimos ejemplares. Algunos fueron mis jefes, otros simples “cuatros de copas” pero todos tenían el mismo modus operandi: decir algo, sostenerlo y defenderlo a rajatabla hasta que su superior o algún empleado con rol jerárquico manifestaba una idea opuesta a la presentada por aquél. En ese preciso momento, se calzaba el traje a base de harina, huevos y leche, se daba vuelta y como por arte de magia comenzaba a defenestrar su propia idea y a defender lo planteado por la otra persona.
Lamentablemente, este tipo de gente le hace muy mala prensa al que a mí entender es el mejor postre del mundo. Pido por favor que alguien presente un amparo para que se deje de utilizar al panqueque como sinónimo de esta clase de empleados.
Seguramente muchos de ustedes hayan pasado por situaciones parecidas, si tienen ganas, me pueden contar sus experiencias.
domingo, 22 de febrero de 2009
viernes, 20 de febrero de 2009
jueves, 19 de febrero de 2009
La vida del obrero: ouch!
martes, 17 de febrero de 2009
Aunque no lo veamos, él siempre está
Me hubiese encantado poder hacer una introducción hablada con el locutor de la “Aventura del hombre” pero soy un escritor amateur (y desempleado), con lo cual hacer una erogación de dinero para semejante pelotudez es demasiado.
Hoy me voy a dedicar a escribir sobre un personaje temible que habita en todos los trabajos del mundo. No me refiero al Yeti, tampoco el monstruo del lago Ness ni a su versión pesificada "Nahuelito". Es un espécimen que sobrevive a todo lo que se cruza en su camino y que evoluciona con el paso del tiempo.
Sin perder más tiempo voy a referirme “al chupaculos”, que dicho sea de paso nada tiene que ver con el chupacabras. No voy a hacer una descripción de situaciones en las que me he visto perjudicado por este ejemplar de la mitología laboral porque creo que no alcanzarían los días para escribir.
Me siento obligado a advertir a los empleados sobre la existencia de este monstruo. Por eso, voy a listar los diferentes nombres con los que se mueve este animal para que aquellos trabajadores que puedan estar en peligro, puedan reconocerlos más fácilmente. Ahí van:
Lameortos – Lameculos – Lamebolas – Lamebotas – Chupaortos – Chupamedias – Chupapitos – Sobaquenas – Sobapetes – Sobapenes – Sobapitos – Mascapitos - Tejedor/a
Seguramente me haya olvidado de alguno, por eso son bienvenidas nuevas denominaciones.