Kick off

Mi nombre es Juan, tengo 30 años y fui uno de los primeros expulsados de la Matrix Corporativa por la crisis versión 2008.

Es la primera vez que me despiden de un trabajo y como toda primera vez... duele.

Para aquellos que nunca pasaron por esto, les cuento que es una experiencia muy rara, extraña por donde se la mire. Algunos creen que es el fin del mundo, otros creen que es estar muerto en vida.

Yo creo que es el momento para pensar… y hacer todo aquello que nunca me animé o no podía hacer por falta de tiempo.

Por eso creé este espacio, un lugar para expresarme, intercambiar ideas y por sobre todas las cosas, poner un toque de humor a un momento de mierda.

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martes, 31 de marzo de 2009

¿Un mal necesario? (Parte 2)

Si esta nota fuera con audio, teniendo en cuenta la fiebre de “Lost”, tranquilamente podría comenzar con “Previously en La vida de un desempleado” pero todavía no sé si eso es posible de implementar en el blog, así que para aquellos que no hayan leído la nota previa les sugiero remitirse al post del martes 3 de marzo de 2009, titulado “¿Un mal necesario?”.

Hoy cuento con la colaboración de un amigo que hace las veces de corresponsal. Si bien actualmente tiene trabajo estable dentro la matrix corporativa, es un doble agente, entendiéndose por ello: odia la matrix pero no le queda más remedio que vivir en ella.

Hecha la intro, les pido que se ajusten el cinturón porque lo que viene a continuación es muy fuerte!

- Una mezcla del chavo del 8, Neo y el Agente Smith: …y ésta te juro que fue así. Entonces llamo a la consultora para que me digan en qué había fallado. Quería entender qué temas tenía que mejorar para la próxima. Me dijeron que no sabían pero que iban a averiguar. Un poco decepcionado, no tuve más remedio que aceptar la famosa frase “nosotros te llamamos”.

Días más tarde recibí el llamado que en el 90% de los casos nadie recibe. Si embargo, éste tenía un contenido diferente: me volvían a convocar a las oficinas de la consultora. Sorprendido por el excelente servicio, reflexioné “ahora me van a decir en qué mierda hice agua y por qué quedé como un boludo”.

No sé por que me vestí de traje. Me parecía innecesario pero me hacía sentir bien. Quizás era eso. Luego de pasar por el escritorio de planta baja donde me daban una tarjeta que me daba paso a la felicidad subí al ascensor. Al llegar a las oficinas, me anuncié como siempre y me hicieron esperar, también como siempre, aunque esta vez, rápidamente aparecieron los entrevistadores que ya me conocían y me hicieron pasar a la sala de reuniones.

Una vez adentro me contaron que de los cuatro candidatos solo uno había sido seleccionado. El otro puesto había quedado vacante porque no les convencía el perfil de ninguno de los tres restantes. “Bien”, dije yo, “por lo menos quedó vacante”, pensaba mientras me conformaba con que no todos eran mejor que yo. Sin embargo, no me contaron nada más. Y ahí me salió el resentido que todos llevamos dentro, acompañado por un pensamiento 100% argento: “ustedes son dos boludos que creen que yo no tengo que trabajar, que me gusta vestirme de traje para venir acá a verles la cara a ustedes para que solo me digan que no soy el peor de todos”. Cuando ya tenía más ganas de escapar de ahí que Michael Scofield de la cárcel en Prison Break, uno de ellos disparó: “nos pusimos contentos de que no hayas entrado. No lo tomes a mal pero en realidad estábamos esperando que no quedaras. “¿Qué? ¿Cómo?”, expresaba mi entrecejo. “Lo que pasa es que te queremos proponer trabajo en la consultora. Nos dimos cuenta que sos como nosotros, un tipo piola, laburador y das muy bien con el perfíl que buscamos acá”. En ese momento, cuando ya estaba más desorientado que un oso polar en la selva (advertencia: Lost es una serie de TV, no es real!) pensé “a ver si entiendo, ustedes no solo no me están ayudando sino que además me están agregando otro quilombo. ¿Ustedes quieren que yo me ponga a pensar si quiero cambiar toda mi vida profesional?, ¿Me están proponiendo sentarme en el otro lado de la mesa y trabajar de reclutador en una consultora?”, hubiera querido gritar. “Pensalo”, me dijeron antes de explicarme en detalle todos los beneficios que ese nuevo trabajo me daría. Me dieron un libraco donde estaba el típico “quiénes somos”, acompañado de gráficos que explicaban el meteórico crecimiento. Obviamente todo estaba perfectamente escrito en inglés. Les dije que lo iba a pensar, que necesitaba una semana.

A los dos días recibí el llamado de una atenta señorita notificándome sobre una entrevista con un tal “Sr. Black”. Yo accedí sin entender demasiado por qué me estaban citando si yo todavía no había respondido. Ese mismo día, los reclutadores me explicaron que el Sr. Black estaba visitando la Argentina y que quería conocer a los candidatos, que yo después podía rechazar la propuesta pero que no me perdiera la oportunidad de conocer al Sr. Black.

Llegó el día y nuevamente el traje, el escritorio, la tarjeta, mi sonrisa y el ascensor. Segundos más tarde, siguió la rutina: otra recepcionista y ¿mis nuevos amigos? los reclutadores. “Qué bueno que viniste. El Sr. Black te va a sacar todas tus dudas”, me decía uno de ellos mientras yo comenzaba a pensar que el misterioso señor era una especie de Rey de los minisúpers al que acude Apu en el Himalaya, acompañado por Homero. “A nosotros nos pasó igual y acá nos ves. Si lo pensás bien, este trabajo es conveniente", agregó el otro.

No todo iba a ser tan fácil. Primero me entrevistó el Presidente de la consultora en Argentina. Resultó ser una persona muy inteligente ya que sin darme cuenta me estaba entrevistando a pesar de que nunca había respondido si realmente quería seguir con esto. En fin, ya estaba en el baile y había que bailar. Entonces me puse la entrevista al hombro como siempre. Sonrisa, mirada en los ojos, manos arriba de la mesa en posición de buena onda, y todos los etc. que se les ocurran

Finalmente ese sujeto me paseó por todo mi CV sin darme tregua y me preguntó sobre mi vida y de la vida de toda mi familia. Al final me preguntó si yo era un hombre de Marketing o de negocios. Más seguro que nunca respondí: "un hombre de negocios". Nanosegundos después contraatacó: “si vos me decís que lo que te gusta es hacer y seguir un plan de marketing, este trabajo no es para vos”. “Guau”, pensé, eso era lo que yo quería pero como dije anteriormente, ya estaba en el baile. Después de cuarenta minutos de preguntas y respuestas y de muchas gotas de sudor derramado me liberó de mi castigo no sin antes ordenarme que aguardara las próximas instrucciones.

Llegó uno de ¿mis representantes? y me preguntó “¿cómo te fue?”. “Bien”, dije yo. Porque creía que me había ido bien. “Esperá 5 minutos que ya viene el Sr. Black. Aprovecho para contarles que tras haber participado en innumerables procesos de selección, desarrollé una capacidad especial para soportar entrevistas. De hecho creo que soy muy bueno para enfrentarlas, quizás hasta sea mejor en las entrevistas que en el propio día a día laboral.

Tras un breve descanso golpearon la puerta y entró el tan esperado Sr. Black. Era un hombre delgado de estatura media, pelo negro, peinado muy prolijamente con gel y metido dentro de un hermoso traje negro que le quedaba impecable. “Hola”, me dice, ”soy el señor Black”, al mismo tiempo que me daba una tarjeta que decía que él era el CEO Regional de la consultora, aunque se sentía el Master of the Universe. Si me piden un parecido físico podría arriesgar que John Secada es el hombre en cuestión.

“Tu debes ser Pablo”, me dijo con una tonada similar a la de Chayanne cuando canta “Provocamé, mujer…”. Luego me contó que vivía en Ecuador y que de vez en cuando viajaba a los distintos países de la región. Todo venía muy tranquilo, aunque después me di cuenta que hasta ese momento no había empezado el show.

Como la mejor versión de Tyson, golpeó fuerte instantes después de haber escuchado la campana de largada: “Pablo, ¿qué tienes que tener dentro de 10 años para ser feliz”? No me esperaba ese golpe y aunque me habían hecho mil veces preguntas similares nunca me habían pegado tan fuerte. “Eeeeeeeeeh, ¿qué tengo que tener para ser feliz”?, me repetía a mi mismo mientras ganaba tiempo. Qué fácil había resultado planificar el futuro, nunca lo había pensado de esa manera. Pensé que decir algo relacionado a la familia estaba bien, aunque en frente no tenía precisamente a Charles Ingalls. “¿Estaba bien o no? ¿No convenía decir acaso que prefería estar soltero para poder trabajar las 24 hs?”, pensé en milésimas de segundos. Entonces me disfracé de hippie y afirmé: “estar enamorado”. Y pensé en John Lennon.

Sin embargo, como aprendí en la película “Twister”, después de toda calma viene la peor parte. “OK, ¿qué más?”, siguió torturándome el hombre. Y yo seguí, mal pero seguí: “vivir con la persona de la cual estoy enamorado y tener hijos”. Qué poco original me sentí. Seguro que John Lennon hubiera dicho otra cosa. “¿Estar viviendo dónde?” “En una linda casa”. “¿Dónde?” Yo creía que la palabra casa era suficiente, pero no. Tenía que saber dónde. “En la Capital”, dije creyendo que la idea ya se había entendido. “En la Capital hay muchos barrios, ¿te da lo mismo Once que Puerto Madero? “No, claro que no”. “Quizás en zona norte”, dije mientras me sentía un Puma tirando la pelota al line, sin tener en cuenta que del otro lado tenía a un all Black que siempre quería jugarla. “¿Dónde?”, dijo duramente. “San Isidro, Martinez”, enumeré yo. “¿Pilar?”, me preguntó. A lo que yo respondí: “sí, Pilar es un lindo lugar”, como diciendo que yo quería mi café con dos de azúcar.

“¿En una casa que cueste cuánto?”, preguntó el insaciable. ¿Qué?, yo no sabía cuanto costaba el departamento que estaba alquilando y él pretendía que yo le dijera cuanto costaba una casa que no podía imaginar en la ciudad de Pilar! Me entregué: “no sé”. “Vamos, ¿cuánto?”, arremetió. “¿Cien mil, trescientos mil, quinientos mil? Basta para mí, basta para todos, pensé y acoté: “quinientos mil está bien”.

“Bien Pablo, es una linda casa”, exclamó el Mr. Eso sí que era raro. Él se podía imaginar cómo sería mi casa en Pilar donde yo iba a vivir con una mujer todavía inexistente mientras que yo, que hace treinta años que soy yo mismo, no podía. Lo único que deseaba era que mi coach, también imaginario, tirara la toalla y me arrancara el traje de una vez.

El señor de tono amigable no se detenía: “¿qué más?”. Y respondí apelando a la enseñanza familiar que dice “primero el techo, luego el auto”. Así fue que deslicé: “un lindo auto”. Pero el boomerang volvía cada vez más rápido: “¿qué auto?”. “Uno lindo”, dije ya sin ganas de más. “¿Cuál?” Entonces pensé en algo grande. “Un BMW”, mientras me imaginaba sentado en uno. “¿Cual?”, atacó otra véz. Yo no tenía idea (aunque ahora tampoco la tengo) si los modelos de BMW llevaban letras o números y el señor estaba pidiendo que le dijera cuál quería yo. Entonces me até un ancla al tobillo y me tiré al mar: “no sé, uno lindo”, dije.

La tormenta no cesaba: “¿cuánto pensás gastar?”, insistía. “¿Me jurás que si digo que quiero un PH en Boedo no me preguntás nada más?”, tenía ganas de preguntar. En ese mismo instante me ¿iluminé? y se me ocurrió que el auto tenía que costar un 10% de lo que cuesta la casa para mantener una buena relación y muy tranquilo dije “cincuenta mil dólares”. “Pablo, dijiste BMW (se pronuncia be eme doble u), no Peugeot”, me retó como Doña Florinda a Quico. Cuando ya estaba en el piso, con la cara cortada, sin aliento y con mi entrenador gritando que no me levantara, dejó de preguntarme y comenzó a mirar mi CV. Yo no podía creer todo lo que habíamos hablado sin siquiera haberme preguntado si había terminado el secundario".

“Pablo, ¿tu eres asistente, verdad? Asentí con la cabeza. ¿Y trabajas hace 6 años en la misma compañía, no? Otro movimiento de cabeza hacia delante. “Tú ganas xxxxx?” Casi contesto “lamentablemente”, pero atiné a contestar afirmativamente. De repente, el huracán había pasado. Todo parecía volver a la normalidad cuando escuché una terrible frase, digna de un Doctor que comunica a un paciente una enfermedad terminal: “tengo malas noticias para ti”. “¿Le pasó algo al BMW? ¿Mi mujer me dejó por mi mejor amigo?”, tenía ganas de preguntar. “Mirá que si es necesario vendemos la casa, eh!”, me hubiese gustado acotar. “Pablo, yo aquí no veo el BMW (es clave la pronunciación con tonada latinoamericana: be eme doble u). “Tampoco veo la casa en Pilar, no los veo, Pablo”. “Chocolate por la noticia”, moría por gritarle al Juanes de la consultoría!”. “Por eso es estoy buscando cambiar de trabajo”, le dije con mi mirada.

“Pablo, tu sabes que si cambias de compañía tu salario no podrá mejorar más allá del cincuenta por ciento. Pablo, con ese sueldo no llegas al be eme doble u”, comentaba como un pastor evangelista en plena misa. “OK, lo dejamos acá y me llevo un Corsa”, quería decirle.

Lo que sigue se pareció mucho al monólogo final protagonizado por el excelente Al Pacino en "El abogado del Diablo". “Pablo, aquí tu podrás crecer y podrás cumplir tus sueños, aquí podrás tener el auto de tus sueños. Nosotros somos una consultora diferente. Somos lo nuevo. Nosotros somos hombres de negocios. Nosotros somos una serpiente venenosa en el mundo de las consultoras. Somos hombres vestidos de traje negro rodeados por señoras gordas vestidas de rosa sentadas sobre una silla. Nosotros hacemos negocios, Pablo, Business”, al mismo tiempo que golpeaba la palma de su mano con el puño de la otra. “Business, Pablo. Aquí hacemos dinero. Desayunamos con el Gerente de una empresa, almorzamos con otro y cenamos con otro diferente. Estamos al tanto de todas las búsquedas que hay en el mercado. Conocemos a todas las personas que están buscando cambiar de trabajo. Conocemos la facturación de todas las compañías. La cantidad de sucursales que tienen en el mundo. Aquí trabajamos duro, Pablo. Aquí hacemos dinero; business, Pablo, business.

A esta altura pensaba que había estado equivocado toda mi vida. Que no había planificado nada. Que no tenía nada y que no iba a llegar a nada. “Pablo, tu has dicho que te gustaba el Marketing. Si te gusta el Marketing te debe gustar vender”. “Claro”, me animé a decir, “de hecho estoy trabajando en ventas ahora”. “Toma, Pablo”, dijo mientras se sacaba el reloj de su mano izquierda y me lo ofrecía. “Véndeme esto”, me dijo. Era un hermosísimo reloj, muy fino y por lo tanto, obviamente muy caro. Intenté pensar algo que fuera sorprendente pero no se me ocurría nada, entonces me puse el reloj en mi muñeca. “No te vayas a ir con mi reloj. Aunque pensándolo bien eres más delgado que yo, así que lo podría recuperar rápido”, deslizó entre risas. Acto seguido, improvisé la siguiente escena:
- Yo: Hola.
- Sr. Black: Tú debes ser Pablo, el vendedor de relojes.
- Yo: Sí, soy yo. Hablamos la semana pasada.
- Sr. Black: Sí, pero estoy demorado, no tengo tiempo.
- Yo: Bueno, pero habíamos agendado vernos a esta hora.
- Sr. Black: Bueno, ¿qué tienes para mostrarme?
- Yo: Nada, no vengo a venderte nada, solamente quiero saber qué es lo que necesitás.
- Sr. Black: Mira, Pablo, yo no utilizo reloj por la inseguridad. Además, miro la hora desde el celular (ahora que lo pienso nunca les conté lo lindo que era ese celular).
- Yo: Pero vos sabés bien que el reloj es un elemento de status y que necesitás tener uno.
- Sr. Black: Bueno, muéstrame.
- Yo: Solo tengo este que es el mío pero no te lo puedo vender.
- Sr. Black: A ver, ¿de dónde es?
- Yo (leyendo dentro del reloj la palabra Geneve): Génova.
- Sr. Black (sonriendo irónicamente): Ginebra.
- Yo (fuera del juego): Perdón, no se de dónde es.
- Sr. Black (también fuera del juego): OK, sigamos.
- Yo (retomando): Suiza.
- Sr. Black: ¿Y cuánto cuesta?
- Yo (pensando qué debía decir para no herir el ego del Sr. Black): 500 dólares.
- Sr. Black (sonriendo más irónicamente que antes): Entonces dame 10!
- Yo (fuera de juego y pidiendo perdón prácticamente por haber dicho que tenía un reloj barato y por ignorante): Perdón, no tengo idea el precio de los relojes.
- Sr. Black: Y si quiero comprar 1 ahora y 5 más después para unos amigos, ¿me haces descuento?
- Yo: No, no puedo.
- Sr. Black: ¿Y si te compro 5 ahora?
- Yo: Sí, claro.
- Black: ¿De cuánto?
- YO: 5%
- Sr. Black: Quiero 10%.
- Yo: No puedo.
- Sr. Black: Que sea 7%.
- Yo: OK.
- Sr. Black: Entonces, ¿cuánto dinero es?
- Yo: Casi 50 dólares.
- Sr. Black (sonriendo más irónicamente que las otras 2 veces juntas!): Dime cuánto dinero es.
- Yo: No tengo calculadora.
- Sr. Black: Vamos, tú puedes.
- Yo (pensando): 35.
- Black: ¿Has visto que tú podías?

(GAME OVER)

“De eso se trata. Aquí vas a sacar cosas que tú ni siquiera sabes que tienes dentro”, me dijo como si fuera un vendedor de hielos en Alaska. Y luego me preguntó con cuál de los consultores me gustaría trabajar. Yo dije que eran iguales. Y como para todo tenía una respuesta, también la tuvo en aquí. Me dijo que se parecían pero que seguramente uno me gustaba más que otro. Entonces elegí al menos serio, “porque se puede hablar más en confianza”, le dije. “¿Quieres preguntar algo?”, tiró antes de despedirse. “Sí, ¿tengo que hacer toda mi carrera de nuevo desde la primaria?, hubiese pagado por preguntarle.

Obviamente no me llamaron nunca más de esa consultora, un lugar donde había gente que sabía lo que quería. Lamentablemente, años más tarde me di cuenta que el Señor Black actuaba de esa manera porque había leído el libro “El Secreto".

domingo, 29 de marzo de 2009

Un clásico de clásicos

La que fue considerada por muchos como la banda más grande de la historia, tocaba este gran tema que sonó hasta el hartazgo durante muchos años. “Es el anochecer de un día agitado y estuve trabajando como un perro. Es el anochecer de un día agitado y debería estar durmiendo como un tronco.”, cantaban los ingleses en sus presentaciones sepias.

jueves, 26 de marzo de 2009

Marzo, mes del (a)bono

En el mundo corporativo existe un mes aún más importante que los “aguinalderos” diciembre y junio. Me estoy refiriendo a un mes donde para muchos es el inicio oficial del año. Para aquellos que no hayan tenido la posibilidad de sentir la experiencia, les cuento que en febrero se definen los balances de gestión personal para realizar en marzo lo que a todos nos importa: el pago del bono y su respectivo importe! Sin embargo, para otros este mes es una cagada porque lo que uno esperaba, no se da.

A lo largo de mi trayectoria profesional he visto y escuchado infinidad de cosas relacionadas a este famoso sueldo extra. Como ya es común en mis posts, paso a detallarles:

- Aumento de sueldo, a destiempo: en una de las empresas que supe trabajar, una vez me tocó vivir una experiencia lamentable. Luego de recibir mi positivo balance de gestión, fui ¿premiado? con un aumento de sueldo pero como dicho aumento repercutía en forma directa en el bono, los señores tuvieron una idea ¿brillante?: en febrero me anunciaron el aumento de sueldo que iba a recibir a partir de abril! Eso sí que es pensar a futuro, eh!

- Paren las rotativas: en otra de las empresas en las que me desempeñé, era muy común recibir órdenes muy específicas del jefe en el mes de noviembre. Dichas órdenes eran hacer "la plancha" hasta nuevo aviso. La explicación de esto era que ya se había alcanzado el objetivo y si seguíamos creciendo íbamos a elevar el objetivo del año siguiente. Claramente mi jefe tenía otro tipo de intereses: con su bono, si quería, se podía comprar una casa.

- Vamo´ y vamo´: esto no me pasó a mí pero sí tuvo como involucrado a un amigo mío. El día que estaba cerrando el balance de gestión junto con su jefe, éste, un ave de rapiña hecho y derecho le dijo que no había alcanzado el objetivo propuesto al inicio del año… pero que si hacían un pacto ambos se podían beneficiar. ¿Qué le propuso este ser deleznable a mi amigo? El famoso “miti y miti”. “Yo te hago aprobar el objetivo y vos me das la mitad del bono”! Glup.

- Seguramente uds. tengan ago que aportar. A veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer…

martes, 24 de marzo de 2009

Fecha nefasta

Aprovechando que se cumplen 33 años del inicio del proceso más sangriento de la historia de nuestro país, hoy quiero homenajear a todos los trabajadores desaparecidos en el tristemente célebre Proceso de Reorganización Nacional.

domingo, 22 de marzo de 2009

Al mejor postor

jueves, 19 de marzo de 2009

Confederación Mundial Contra el Trabajo (C.M.C.T)

Ojo con esto que al principio parece una boludez pero después te deja pensando.

lunes, 16 de marzo de 2009

jueves, 12 de marzo de 2009

Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia

Este gran tema fue compuesto por Moris y luego reversionado por Andrés Calamaro. El padre de Antonio Birabent escribió esta declaración de principios en formato de canción: "sos el burgués más corrompido que existe, y te engañas pensando que sos un hippie, vos explotás a todos y no das nada y eso es ser el peor capitalista".

lunes, 9 de marzo de 2009

Películas con problemas de empleo

El sábado, mientras hacía zapping, enganché un ¿clásico? de los años noventa: The Full Monty. Para el que no la vio, la temática principal es el desempleo en Inglaterra (y sí, ¿o todavía no se dieron cuenta cómo se llama el blog?).

Mientras veía nuevamente la película me puse a armar una lista de filmes que tratan sobre el desempleo. Ahí va:


- Tiempos Modernos: largometraje de 1936 dirigido, escrito y protagonizado por el célebre actor Charles Chaplin. La película constituye un retrato de las condiciones desesperadas de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la Gran depresión, condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena. Si algún director argentino se diera una vuelta por el campo, los talleres textiles clandestinos de Capital Federal o cualquier empresa de telemarketing, tranquilamente podrían hacer la versión 2.0.

- Los Lunes al Sol: película española de principios de principios del siglo XXI. Basada en hechos reales, esta película multipremiada de corte social, muestra la tristeza, la nostalgia, la desesperanza, pero también la amistad, la lealtad, una cierta ternura en las relaciones humanas, con momentos de humor, con sus toques de picaresca a la hora de sobrevivir. Está inspirada en Gijón, una ciudad industrial al norte de España, donde los astilleros "Naval Gijón" en el puerto de El Musel, amenazaron cierre durante mucho tiempo, a causa de pérdida de competitividad. Cualquier similitud con cualquier industria argentina en la nefasta década menemista es pura coincidencia.

- Ladrón de bicicleta (Ladri di biciclette): película dirigida por Vittorio de Sica en 1948 y considerada una de las películas emblemáticas del neorrealismo italiano. Sitúa la historia en la Italia de la posguerra donde el trabajo escasea y obtenerlo es un éxito excepcional. El protagonista tiene la fortuna de conseguir trabajo pegando carteles por la ciudad pero para poder realizarlo necesita una bicicleta, pero la suya está empeñada. Luego de recuperarla, no transcurre ni un día de trabajo cuando le roban la bicicleta y con ella su futuro. La escena final transcurre ante el dilema moral en el que se ve envuelto el protagonista al verse arrojado a convertirse él mismo en un ladrón. Ahora entiendo quiénes trajeron la inseguridad a nuestro país!

- Los bañeros más locos del mundo: no es joda, ¿o acaso no recuerdan que Emilio y compañía tienen que trabajar en un balneario de La Feliz porque “la chorra de la cartera” les había robado la plata? Perdón pero venía demasiado serio este post.

¿Alguna más para agregar?

viernes, 6 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

¿Un mal necesario?

La nota de hoy la vengo pensando desde hace mucho tiempo. Quizás haya sido la primera que pensé pero por miedo a represalias o bien porque tenía demasiado material, fui relegando su publicación hasta hoy.

El tema de hoy, si esto fuera un debate universitario, podría titularse así: “Consultoras de RRHH, ¿un mal necesario?”. Antes de comenzar a explicar las razones que me llevan a escribir esto, voy a alterar el orden normal de una nota y comenzar por la conclusión. Yo considero que las consultoras son necesarias pero como en todos los rubros existen algunas buenas, otras regulares y otras que es mejor evitarlas.

- A lo largo de mi carrera profesional he tenido una cantidad importante de entrevistas en consultoras de RRHH, siendo muchas de éstas dignas de ser contadas. También tengo amigos que han pasado por experiencias raras al ser entrevistados y también voy a contar sus vivencias. Paso a detallarles:
Recepcionistadora o entreviscionista: lo que les voy a contar no me ocurrió a mí sino a un amigo mío. Un día del invierno pasado, éste tenía agendada una entrevista con el dueño de una consultora pero por un problema de comunicación entre la recepcionista que hacía las veces de secretaria de éste y su jefe, dicho encuentro nunca existió. Al llegar mi amigo al lugar, se anunció en la recepción y esperó ser atendido. Cuando la persona que lo recibió comunicó su llegada a su jefe, éste le respondió en forma vehemente: ¿qué entrevista?, yo no tengo ninguna entrevista con nadie, ya terminé por hoy. Por supuesto que mi amigo escuchó todo y se sorprendió cuando la recepcionista quiso disimular los gritos de su jefe e hizo pasar al candidato para ser entrevistado por ELLA! Seguramente podremos hablar de falta de profesionalismo pero sin duda, esa chica tenía actitud.

- Una reclutadora de raza aria: esto si me ocurrió a mí y aunque parezca gracioso, es muy triste. En septiembre del año pasado, cuando mi futuro profesional comenzaba a oscurecerse, tuve la oportunidad de entrevistarme con la dueña de una consultora de RRHH. Luego de esperar poco más de media hora, una joven rubia y de ojos claros se presentó y me invitó a pasar a su oficina. Luego de casi una hora en lo que a mi entender había sido una muy buena entrevista, la reclutadora, como se dice en la jerga, “mostró la hilacha”. Cuando ya estábamos cerrando el encuentro me dice: sos el perfil que estábamos buscando, por experiencia, conocimientos y por tu aspecto! Cuando yo la miro sin entender demasiado qué quiso decir con “tu aspecto”, la blonda remató: las empresas siempre buscan “gente bien”, y los dos sabemos que ser rubio y de ojos claros tiene sus ventajas. En ese momento estuve a punto de pararme, extender mi mano y gritar: Heil, recruiter!

Continuará…

domingo, 1 de marzo de 2009

Uno más y no jodemos más!

Hoy no voy a escribir sobre alguna anécdota o personaje que esté relacionado con el trabajo o desempleo. Tampoco voy a subir un video gracioso o alguna nota de cualquier parte del mundo.

Quiero saludar a una persona que fue expulsada de la matrix al mismo tiempo que yo y recientemente ha podido reinsertarse en el mundo corporativo, a pesar de la crisis en la que vivimos y de la que (dicen) se avecina.

Nunca bajó los brazos, se lo tomó de la mejor manera y se mentalizó en encontrar un trabajo que lo “llenara” profesional y humanamente. Por suerte, eso es hoy una realidad en su vida. Por haber sido partícipe necesario de este blog y a la vez, “musa inspiradora” del mismo, me pone muy contento su presente y lo felicito.

Aprovecho para cerrar este post homenajeando a un grande y utilizando una de sus clásicas frases que viene muy bien para este momento: “vermouth con PAPAS FRITAS y good show!”.